BLADE RUNNER:
EL VALOR DEL HUMANO
La gran mayoría de obras ambientadas en distopias futuristas recurren a los robot u homónimos como, tal vez, reclamo comercial o recurso narrativo.

En muchos casos se plantean varias interrogantes de carácter filosófico y antropológico que no terminan de ser exploradas debidamente, por la convivencia de humanos y maquinas conscientes.

Entre uno de esos ejemplos encontramos el caso de Blade Runner, probablemente uno de los padres de la ciencia ficción moderna y que nos presenta un mundo donde los replicantes (nombre que la cinta le otorga a unos seres tecnológicos dotados de conciencia) se revelan ante la posición de clase proletaria impuesta por el raza humana. En este universo distópico los androides cuentan no solo con pensamiento propio sino con recuerdos, poniendo así sobre la mesa una interrogante que no llega a abordarse ¿cual es el valor de la humanidad en un mundo en que existen copias perfeccionadas de nosotros mismos?
El último anuncio de Aquarius nos da una posible repuesta, estableciendo que una máquina no es capaz de sentir o inspirarse, por lo que el papel humano debería ser necesario aun en ese panorama. Esta idea a priori correcta no contesta al planteamiento previo, pues en el universo de Ridley Scott establece que los replicantes albergan recuerdos humanos, aunque esto es solo por la breve vida de la que se les ha dotado, dejando a los humanos mejores únicamente en un factor aparentemente sencillo de solucionar, pues de igual manera se entiende que ellos son igualmente capaces de sentir y comprender las emociones.

De esta forma nuestra raza quedaría probablemente relegada a escapar si los replicantes fueran capaces de solucionar ese inconveniente en su código, quedando nosotros como simples almacenes de experiencias sensibles de no gran importancia.

Esta conclusión un tanto catastrófica podría igualmente ser rebatida si vemos a los replicantes como un salto evolutivo artificial de la raza humana, capaces de cumplir nuestras funciones y almacenar nuestros propios recuerdos, un "neohumano".